
- De cognoscere y mati: El conocimiento (Elsa Del Valle Núñez)
En ningún campo, pero menos en el orden de las ideas, puede darse la generación espontánea. El significado de los términos queda condicionado por lo que Emmanuel Kant subrayó en su filosofía: “todo lo que vemos lo percibimos ante todo como un fenómeno en el tiempo y en el espacio.” Llamaba al tiempo y al espacio las dos formas de sensibilización del hombre. Discernir la noción de conocimiento implica un doble plano: el primero, alude a la naturaleza propia de la palabra, es decir al origen etimológico, y el segundo remite a la expresión práctica fundada en la cosmovisión de los pueblos. Del origen de los términos. En opinión de Javier Sicilia (2008), articulista del periódico la jornada: “las lenguas antiguas de occidente –pienso en el latín y el griego- guardaban en la raíz de la palabra el significado. Si quieres conocer el significado de una palabra –alertaba Isidoro de Sevilla- busca su raíz.”
(Ver PDF) - Sobre pedagogía o el arte de enseñar (José Antonio Arrueta)
La definición de pedagogía, desde su origen etimológico está relacionada con el arte o ciencia de enseñar. La palabra proviene del griego antiguo (paidagogós), el esclavo que traía y llevaba chicos a la escuela. De las raíces "paidos" que es niño y "gogía" que es llevar o conducir. No era la palabra de una ciencia. Se usaba sólo como denominación de un trabajo: el del pedagogo que consistía en la guía del niño. También se define como el arte de enseñar. La Pedagogía es un conjunto de saberes que se ocupan de la educación como fenómeno típicamente social y específicamente humano. Es por tanto una ciencia de carácter psicosocial que tiene por objeto el estudio de la educación con el fin de conocerla y perfeccionarla. La pedagogía es una ciencia aplicada que se nutre de la sociología, economía, antropología, psicología, historia, filosofía, medicina y otras disciplinas.
(Ver PDF) - Consideraciones generales en torno a la comprensión de la realidad del mundo social. (Saúl Marcelo Chinche Calizaya)
La construcción de conocimiento en las Ciencias Sociales, posee sin duda alguna, un carácter inacabado dada su provisoriedad; pues queda claro que existe siempre algo radicalmente incompleto en este tipo de conocimiento, cuyo estudio se halla precisamente orientado al análisis de los fenómenos sociales. Arribamos a esta afirmación, en virtud de que los fenómenos sociales en general, tienden a asemejarse a periodicidades irrepetibles no sólo por sus actores que en ella interactúan, sino básicamente por la delimitación del tiempo-espacio; sumados al hecho de que son inestables, complejas, dinámicas y contradictorias, que dificultan aún más, las posibilidades de su aprehensión e interpretación. Si bien, por un lado, esto trae consigo profundas preocupaciones a la hora de realizar abordajes sobre la realidad y, concretamente sobre los fenómenos sociales; por otro, tiende a generar interesantes desafíos y puntos de partida orientadores en su análisis, ya que permiten comprender que éstos difícilmente pueden ser similares, aún si contaran con características morfológicas comunes (comprensión de la totalidad del objeto), el análisis de aquellos aspectos que a simple vista, no pueden ser apreciados (circunstancias, intencionalidades, orientaciones propias de los actores) y, quizá la más importante, los fenómenos sociales nunca se repiten tal como ya han ocurrido, pues los actores, las circunstancias, intenciones y orientaciones que guiaron la acción ya no son los mismos (carácter histórico).
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"Una palabra bastará para sanarme...", "palabra suelta, no tiene vuelta", mensajes bajo el mismo código vocal, don de una especie, la humana de cierto tiempo, que nombra, reconoce, se apropia, ordena y desordena. Clasifica y expresa, transmite, ora subyuga ora tortura. El único DON, el don de la palabra, donde la palabra tiene el don.
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Coordinación: Jose Antonio Arrueta
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